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lunes, 23 de abril de 2007

Álbum familiar



De haber omitido algo Petro en el debate, el presidente Uribe con su improvisada rueda de prensa aportó lo poquito que faltaba para que todo quedara convertido en un desastre inolvidable.
Si con la presencia de unos subalternos sentados como en la nomenclatura de la Rusia comunista, se quería transmitir la idea de que Uribe no está solo, lo que se creó fue la sensación de estar mal acompañado, sobre todo porque en el marco de una defensa incoherente en la que se confesó que los congresistas son objeto de inteligencia militar, la presencia de tantos uniformados, entre ellos uno cuestionado internacionalmente, contribuyó a fortalecer el criterio de que estamos en un Estado gendarme.
El baldado de agua fría que recibimos con la demoledora noticia de que Al Gore desistió de asistir a un foro en Miami, para no coincidir con Uribe, no tiene antecedentes. Fue una bofetada a él personalmente, no al país como se pretende manejar el episodio, invocando un falso patriotismo, de la que no será fácil recuperarse ni con el respaldo de última hora del Departamento de Estado americano.
Con el embeleco de que se había generado un problema internacional, el Presidente alteró la programación de televisión, de canales públicos y privados, para contarnos que no es bienvenido donde estará el ex vicepresidente americano más respetado de todos los tiempos. Por fortuna en la rueda de prensa estuvo el periodista Félix de Bedout, quien con su constancia inicial dejó claro el desequilibrio de transmitir el debate de Petro en canal público en horario de baja audiencia, mientras la intervención del Presidente se difundía en toda la televisión nacional. Son pequeñas arbitrariedades, como la de permitir que Santiago Uribe, el hermano del Presidente, difunda un comunicado en la página web de la Presidencia.
A quienes esperábamos respuestas convincentes sobre los cargos que le formulara Petro a la familia presidencial sobre las ejecuciones en la finca Guacharacas o las reuniones con paramilitares en la otra hacienda, La Carolina, quedamos sin saber cuál es la versión oficial. Tampoco quedaron desvirtuadas las historias de la aparición de un helicóptero de la Gobernación de Antioquia en los tiempos de Uribe Vélez, en una recordada masacre atribuida a paracos. También quedó sin respuesta la demoledora pregunta sobre el por qué el presidente es amigo de amigos del paramilitarismo.
Y para que no quedara duda, el Superintendente de Vigilancia, que salió al ruedo lleno de papeles, en vez de ofrecer tranquilidad sobre cuál fue el verdadero papel de Uribe al autorizar como Gobernador de su región dos Convivir conformadas por paramilitares que hoy están siendo juzgados, por el contrario confirmó que sí les extendió la personería jurídica necesaria para que otra oficina les expidiera la licencia de funcionamiento. Uribe quiso que creyéramos que reconocía ese hecho, cuando ya había sido descubierto.
Llegaron los tiempos de gobernar con unos medios que ya no están dispuestos a aplaudir. Y como si no bastare tanta desgracia, de pasadita el Presidente, al referirse a la terrible foto de su hermano con el confeso narcotraficante Fabio Ochoa, además admitió que hay otra suya con Pastor Perafán, tomada coincidencialmente por la época en la que caía el ministro de Defensa Guillermo Alberto González, por causa de un inoportuno cheque que recibiera del mismo mafioso. ¿Cuántas más habrá?
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Adenda.- El inefable personaje venezolano Juan José Rendón hizo víctima de sus procedimientos de rumores, desinformación y guerra sucia al senador Germán Vargas Lleras, en la pasada campaña electoral, a quien además le confesó su proceder. Si eso sucedió con un jefe de un partido socio de la coalición de gobierno, qué más no habrá pasado.
notasdebuhardilla@hotmail.com

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